NO TE DESESPERES
Cuando el pueblo
de Israel estaba cautivo en Egipto, apareció un hombre con promesas de parte de
Dios. Sacarlos de Egipto, del dominio de Faraón, quitar las cargas que tantos
años habían tenido siendo esclavos, darles una tierra sólo para ellos. ¡No lo
podían creer! La esclavitud era la única forma de vida que conocían. Y ahora
todo parecía un sueño, ¡todo cambiaría! Dios trajo promesas a sus vidas.
Salir no fue fácil.
Faraón se opuso, los persiguió y frente al mar rojo estuvieron a punto de
morir. Sino es porque Dios abre el mar, todos mueren. Todo parecía empeorar, su único alimento eran hojuelas que caían del
cielo, todos los días, la misma comida, y para beber una roca que los seguía
que Moisés tenía que golpear para que les diera agua. No iban en carros, iban a
pie ¡y en el desierto! ¿y la tierra prometida? Y todas las promesas?
Comenzaron a
desesperarse, las quejas empezaron y los cuarenta días, se convirtieron en
cuarenta años. Ya habían olvidado sus promesas.
Al final, cuarenta años después,
la promesa llegó, pero no todos la recibieron. La promesa llegó, pero ellos se
habían desesperado.
Cuántas veces habremos
estado en la misma postura del pueblo de Israel. Sentimos que ¡éste sí será un
gran año! ¡éste sí es el trabajo que estaba esperando! Pero rápido nos desesperamos. Y dejamos de ver los milagros que Dios hace cada día para que sigamos confiando en Él.
No te
desesperes si sientes que las circunstancias no mejoran. No te desesperes sino
ves cambios en las personas que te rodean. No te desesperes si tu crisis económica
no termina. No te desesperes si las promesas no llegan. El mismo Dios de
Israel, el que abrió el mar, Él, el mismo que hacía descender alimento del
cielo, que puso columna de fuego de noche y nube de día, el mismo, está
contigo. No te desesperes, cumplirá sus promesas. Observa lo que hace día a día
en tú vida, te está llevando a una tierra mucho mejor.
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