EL ME BUSCO

Dios me movió de la iglesia a la que asistí por 17 años. Fue una instrucción difícil de aceptar. Le pedí muchas señales para que me confirmará sí estaba escuchando la instrucción correcta. Todo parecía una confusión, quizás el mensaje lo había entendido mal. Fueron 17 años de servicio absoluto, amaba lo que hacia, ame a los jóvenes, niños, adolescentes y personas en general con las que trabaje. Pero estaba en un momento en el que me había conectado de una forma tan especial con el grupo de adolescentes que me tocaba enseñarles, que no quería soltarlos. Cada domingo mientras les hablaba pensaba ¿cómo voy a poder dejarlos? ¿Quién les dirá todo lo que yo quiero decirles? 

Un mes había pasado de mi salida, estaba viendo una película sola en mí casa, cuando el reproductor del DVD dejó de funcionar. Coloqué el DVD en mi computadora, y tampoco leía el disco. Decidí no estresarme por eso y ponerme a escribir. Mi blog tampoco funcionaba. Y fue entonces cuando comencé a sentir una presencia extraña en la sala de mi casa y yo quede paralizada totalmente.  Cerré mis ojos y comencé a orar (con miedo) y en ese momento la presencia que estaba se fue, y literalmente mi casa, mi sala se llenó de la presencia de Dios. ¡Dios mismo estaba en mi casa!  Esa presencia de opresión y temor se fue por completo, y una paz indescriptible, un amor delicioso inundó mi corazón. Esa noche Dios me habló, no podía evitar llorar, no quería que se fuera, decidí hacerle una pregunta ¿por qué había sentido esa presencia antes que Él llegara? a lo que me respondió: "El diablo siempre querrá adelantarse". 

Estoy segura que satanás conocía mi forma dura de juzgar y de pensar "Dios nunca me hablaría después de haber salido de donde estaba sirviéndole" Pero no fue así, Dios mismo me buscó, me abrazó y me hablo. Después de 30 años, puedo decir que nunca había escuchado la voz de Dios tan dulce como ese día.

Dios cambió mi forma de pensar, Dios está donde Él se siente complacido. Y la obediencia es algo que lo complace y lo llena, sin que lo merezcamos, nos habla, nos busca y nos llena cómo el mundo no puede hacerlo. 

    "Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor" Colosenses 3:23